“Me vine hace unos meses, en busca de oportunidades porque la situación allá estaba fea por el paso de los huracanes y la pandemia. Hay mucha desigualdad y me vine a la capital buscando oportunidades y superarme a mí mismo”, dice Selva, quien hoy vive junto a su hermana, que también migró, a la Voz de América.
El paso de los fenómenos naturales y la pandemia aumentó más la pobreza en la zona, considerada de hecho una de las regiones con más desigualdades en Nicaragua, según datos del Mapa de Pobreza.
Selva es licenciado en Contaduría Pública y Finanzas, pero es, según dice, eso no le garantizaba poder encontrar trabajo en la zona debido a la falta de inversión y empresas en la localidad.
“He visto muchas personas más que se han venido del Caribe. Allá no hay empresas, hay desigualdad, hay personas desplazadas al Pacífico, que es, entre comillas, la zona más desarrollada del país”, lamenta.
A principios de noviembre de 2020, los huracanes Eta e Iota, de categoría 4 y 5 respectivamente, impactaron Nicaragua y afectaron el 60% del territorio, en particular la Región Autónoma de la Costa Caribe Norte (RACCN).
Según datos de ReliefWeb, un portal de información humanitaria, unas 490.000 personas se vieron afectadas por daños en los sistemas de abastecimiento de agua potable e instalaciones de saneamiento por el paso de los huracanes
El número de casas dañadas o en estado de vulnerabilidad alcanzó a 230.000 personas.
¿Cómo impacta el cambio climático a Nicaragua?
El científico Jaime Incer Barquero, quien fungió como asesor para la presidencia de Nicaragua en temas medioambientales, comentó a la VOA que la nación centroamericana, como todos los países del mundo, está sufriendo de un clima totalmente muy alterado y parte de ello se debe a que el territorio ha sufrido desde hace muchas décadas una extensa deforestación.
“Eso hace que las precipitaciones, al impactar directamente con los suelos, produzcan grandes inundaciones, derrumbes y ese tipo de causas”, explicó.
Si bien los cambios climáticos son un fenómeno mundial y “Nicaragua no representa en los cambios climáticos “una gran cosa, porque nuestro territorio es pequeño”, pero a pesar de nuestra pequeñez, nuestro territorio es muy vulnerable a sufrir estos extremos de temperatura y de humedad.
“Con la extensa deforestación que ha existido en Nicaragua desde hace décadas, pues, la cobertura forestal que antes podía mitigar el impacto de la lluvia o filtrar el agua subterránea en lugar de hacerla correr, pues ahora estamos expuestos a esos peligros que son dañinos para la agricultura, dañinos a las propiedades, a la infraestructura, a los puentes, a los caminos, a las calles, a las poblaciones y a los pueblos que podrían, como ha pasado en Guatemala, sufrir derrumbes, con gente sepultada en esos derrumbes”.
No hay datos de la migración por los huracanes
El ambientalista Amaru Ruiz señala que muchas de las personas que habitan en las costas se han visto desplazadas forzosamente por la vulnerabilidad que viven debido a que la zona es insostenible por los constantes huracanes.
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Aunque no se conoce cuánta gente se ha movido de las comunidades del Caribe “es importante decir que el cambio climático en el mundo (…) está generando un desplazamiento de las poblaciones que están vulnerables”.
¿Qué medidas se pueden tomar?
El científico Jaime Incer Barquero señala que es poco lo que se puede hacer para tomar medidas paliativas ante el cambio climático y las afectaciones que deja en las zonas y agrega que es una responsabilidad “no solamente del gobierno, sino de la gente”.
“La gente tiene que poner de su parte. Dejar de seguir demoliendo los bosques, explotando los últimos bosques que nos quedan. Aquí existe el falso concepto de que reforestar es únicamente sembrar. Esos son comportamientos propios de la extensa ignorancia que existe sobre el manejo renovable de los recursos naturales”, dijo.
En unos quince minutos una persona es capaz de arrancar un árbol con una motosierra, pero si se siembra ese árbol, se necesitan “15, 20, 30, 50 años para que llegue a ser lo que era”.
“El año pasado tuvimos dos huracanes casi con 15 días de separación, y más intensos. Podríamos decir que Nicaragua, en razón de su posición geográfica, en razón de su estrechez territorial, en razón de los océanos tropicales que nos rodean tanto en el Pacífico como en el mar Caribe, estamos sujetos a cambios dramáticos en términos de temperaturas y de precipitaciones”, agregó.
Si bien los cambios climáticos son un fenómeno mundial y “Nicaragua no representa en los cambios climáticos “una gran cosa, porque nuestro territorio es pequeño”, pero a pesar de nuestra pequeñez, nuestro territorio es muy vulnerable a sufrir estos extremos de temperatura y de humedad.
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“Con la extensa deforestación que ha existido en Nicaragua desde hace décadas, pues, la cobertura forestal que antes podía mitigar el impacto de la lluvia o filtrar el agua subterránea en lugar de hacerla correr, pues ahora estamos expuestos a esos peligros que son dañinos para la agricultura, dañinos a las propiedades, a la infraestructura, a los puentes, a los caminos, a las calles, a las poblaciones y a los pueblos que podrían, como ha pasado en Guatemala, sufrir derrumbes, con gente sepultada en esos derrumbes”.
No hay datos de la migración por los huracanes
Aunque no se conoce cuánta gente se ha movido de las comunidades del Caribe “es importante decir que el cambio climático en el mundo (…) está generando un desplazamiento de las poblaciones que están vulnerables”.
¿Qué medidas se pueden tomar?
El científico Jaime Incer Barquero señala que es poco lo que se puede hacer para tomar medidas paliativas ante el cambio climático y las afectaciones que deja en las zonas y agrega que es una responsabilidad “no solamente del gobierno, sino de la gente”.
“La gente tiene que poner de su parte. Dejar de seguir demoliendo los bosques, explotando los últimos bosques que nos quedan. Aquí existe el falso concepto de que reforestar es únicamente sembrar. Esos son comportamientos propios de la extensa ignorancia que existe sobre el manejo renovable de los recursos naturales”, dijo.
En unos quince minutos una persona es capaz de arrancar un árbol con una motosierra, pero si se siembra ese árbol, se necesitan “15, 20, 30, 50 años para que llegue a ser lo que era”.
Voz de América