En el año 2004, a la edad de 14 años, Liseth de los Ángeles Escalante Zavala comenzó a trabajar en el campo. Es un oficio que le heredaron sus abuelos a su madre, quien se lo transmitió desde muy pequeña.
Cuando cumplió 19 años, Escalante Zavala se integró a la Cooperativa Multisectorial Mujeres en Acción, donde aprendió otra metodología de cultivar la tierra, es decir de forma agroecológica.
«Aprendí la agroecología y eso ha venido a mejorar la forma de producir, la forma de alimentarme. Es una manera de tener alimentación sana en la casa, amigable con el medio ambiente», dijo Escalante Zavala en entrevista con IP Nicaragua.
La agricultura agroecológica es un sistema de producción que proporciona alimentos sin residuos de agroquímicos.
La productora afirma que es una forma de utilizar de forma más óptima los recursos naturales. «Producimos con lo que encontramos en nuestro entorno, con lo que nos da la misma naturaleza: el estiercol de vaca, leche, hacemos biofertilizantes, la misma hojarasca o la materia orgánica que encontramos»,a firma.
Liseth Escalante encamina a sus hijas
La productora, ahora de 33 años, afirma que ser reconocidas como mujeres productoras fue un proceso.
Dentro de la cooperativa, ni siquiera ellas mismas se daban cuenta que son un sector clave para el desarrollo rural.
«Las mujeres siempre hemos trabajado en la agricultura, lo que pasa es no nos reconocíamos como mujeres productoras (…) No éramos visibilizadas, ni nosotras nos reconocíamos como agricultoras», afirma Escalante Zavala.
La Coordinadora de Mujeres Rurales, una organización sin fines de lucro a la que le fue arrebatada su personería jurídica, les enseñó a reconocerse como mujeres productoras.
«Distintas capacitaciones nos vinieron a enseñar a reconocernos como productoras y es algo muy importante.», dijo a IP Nicaragua.
Tal y como le enseñó su madre, Escalante Zavala transmitió el conocimiento del campo a sus hijas.
«Mis hijas ya trabajan junto conmigo en la agricultura, mi mamá me enseñó a mí. Igual las otras mujeres de la cooperativa y la misma comunidad le van heredando esos saberes a los hijos e hijas mujeres», contó la productora.
Empoderamiento económico de las mujeres
La habilidad de las mujeres rurales para transformar su propia realidad y la de sus familias y comunidades de manera positiva es una forma de empoderamiento, afirma la productora.
«Somos productoras y hemos aprendido a que no es solo ser productora y el dinero se lo queda el marido, sino que decidimos. Hemos aprendido a decidir qué sembramos, cómo sembramos y decidir sobre los ingresos de esa producción», señala Escalante.
Escalante se siente orgullosa porque como mujeres contribuyen no solo a la economía del hogar, sino del país.
«Sembramos de manera diversificada y la mayor parte de nuestra producción queda en la casa, ya esa chiltoma, el tomate, que se siembra una no lo compra y es algo que nos ayuda», dijo a IP Nicaragua.
Usualmente las mujeres cultivan en espacios pequeños, pero Escalante durante las etapas de primera y postrera cultiva una manzana de solo maíz, o bien en asocio con ajonjolí y pipianes o ayotes.
Hace tres años, las mujeres de esta zona en el occidente del país alquilaban grandes extensiones de tierra para su trabajo, pero en la actualidad se acomodan con lo que tienen, dado que quedaron en desventaja frente a otro grupo de productores.
«La gente ya no nos quiere alquilar tierras, porque tenemos la competencia de los maniceros y cañeros. Nos han quitado esa oportunidad y ya no podemos alquiler, pero ahora el alquiler también vale 250 dólares la manzana», agregó la productora.