* En los años 80 se encontraban productos que en ese entonces eran escasos y se ofertan hasta artículos raros.
Orlando Valenzuela
“Aquí encuentra desde un alfiler hasta la hélice de un helicóptero”, dice sin tapujo uno de los propietarios de cubículos en la zona del mal llamado “mercado negro” dentro del inmenso Mercado Oriental, el centro de compras más grande de Centroamérica y por consiguiente, de Nicaragua.
Y estas palabras no están tan lejos de la realidad, ya que por estos pasillos circula todo tipo de mercancías; desde repuestos de vehículos livianos, camiones, motos, bicicletas, motores de lanchas, piezas de cabinas de barcos, accesorios ferreteros, llantas usadas, estufas eléctricas, puertas de casas, de refrigeradoras, stop de caponeras, timones de carros Lada, cuchillas de licuadoras, termómetros de mercurio, jeringas hipodérmicas para caballo, hasta anzuelos para tiburones, entre otras cosas.
“El ´mercado negro´ es viejísimo. Desde tiempos de Somoza ya existía una zona donde la gente compraba y vendía cualquier cosa; desde escopetas para cazar, placas de taxis, zapatos Adidas originales, cigarros extranjeros de contrabando, frijoles en los años 80´ con los sandinistas, CD, ropa de marca, uuh, un montón de cosas que solo aquí lo encontrabas”, dice don Heriberto, quien administra el tramo que le dejó su papá hace más de 20 años.
En otro cubículo se puede encontrar repuestos de todas las marcas de carros, dese motores, bandas de motores de arranque, manecillas para ventanas de carros Hillman, barómetros para calderas, emblemas de Mercedes Benz, Land Rover, Ford, Subaru, Toyota Cressida, Hyundai, de camiones Kia, Kamaz y otros.
Pero en el “mercado negro” no todo es usado, ya que hay decenas de tiendas, pulperías, ferreterías, distribuidoras y tramos donde se venden productos nuevos, de marca y con garantía, con la ventaja de ofrecer mejores precios que en otros establecimientos, incluso del mismo centro de compras.
Si lo que se busca son objetos raros, antiguos y curiosos para coleccionar o una pieza de cualquier vehículo, accesorio electrónico de TV, radio, de cocina, de belleza, inodoros de porcelana, juguetes para niños, muebles para el hogar, o alimentos, aquí lo encuentra sin duda, porque esta área se ha expandido en los últimos años.
En un tramo casi al aire libre, don Guillermo, habitante del barrio Las Torres, vende bujías para focos de motos, piedras para afilar cuchillos y varios objetos que ni él sabe para qué sirven, entre ellos una pieza que alguna vez sirvió a un barco en la cabina de mando, así como un sistema de control de temperatura automático que se activa o desactiva mediante un termómetro de mercurio.
Don “Memo” como le conocen sus vecinos comerciantes, dice que en su casa también tiene una espada de pez sierra, con su serrucho intacto enmarcado en un cuadro de madera; él lo puede vender si le ofrecen un buen precio.
Aunque a muchos vendedores que tienen sus tramos dentro de la zona del mercado negro no les gusta decir que trabajan en ese lugar, lo cierto es que en la mayoría de países del mundo existen sitios donde la gente puede encontrar casi todo lo que busca, porque como dijo un joven de uno de los tramos: “lo que usted busque, aquí lo tenemos, si no lo tenemos hoy, mañana se lo tenemos”.
Foto portada: uno de los pasillos del mercado negro. Orlando Valenzuela.
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