Redacción / IP Nicaragua
Las muertes por Covid-19 en el país no solo han traído dolor y luto a las familias, también afecta la economía del núcleo y en muchos casos las ha devastado.
El último informe de médicos independientes del Observatorio Ciudadano Covid-19 registra 5,947 muertes, de 31,222 casos confirmados hasta el 24 noviembre, es decir, más de 30 mil familias han visto golpeadas su economía en la lucha por ganarle la partida al virus o al menos, reducir su daño.
“Por cada paciente enfermo, la familia llega a gastar desde 400 dólares y si requirió oxígeno, el presupuesto se triplicó”, adviertió un economista consultado y prefirió mantenerse en el anónimato.
El economista recordó que antes de la instalación de la pandemia en el país en marzo de 2020, la familia sorteaba los estragos de la crisis política iniciada en 2018 que significó la caída estrepitosa del empleo y el aumento en el costo de la vida. Los informes más conservadores, llegaron a decir que unos 200 mil empleos se perdieron en ese año.
La Fundación para el Desarrollo Económico y Social, (Funides) dijo en septiembre de 2018 por ejemplo, que entre abril y julio de ese año, 347 mil empleados fueron despedidos. Advirtió el organismo, que los dígitos negativos aumentarían de mantenerse el clima de violencia y represión que en Nicaragua sigue vigente.
Posteriormente se le unió el letal virus que, aunque baja su intensidad cada cierto tiempo, sus daños aumentan si a la parte de la salud se le une su efecto económico.
“La enfermedad (Covid-19) está desgastando a las familias, las está sangrando. Tenemos ya tres años en crisis económica y la (crisis) sanitaria que también está impactando la cartera de las familias”, reiteró el economista.
La demanda de medicamentos, médicos para tratarla y otros requerimientos para sobrevivir a la pandemia, convirtió al Covid-19 en una enfermedad cara.
“Miles de enfermos aumentaron el costo, solo un ejemplo; el precio de las mascarillas y el oxígeno, eso llegó costar mucho dinero”, explicó el economista.
El manejo turbio de los números de la pandemia de parte del gobierno agrava el problema para contenerla, han dicho hasta el cansancio los médicos del país. Pero más allá del número de muertes y de diagnósticos, los gastos que el mal provoca en casa deben ser vistos también. “Es tan real como la lucha para vencer el virus”, afirmó el economista.
Un prestamista que tiene un tramo en el mercado Iván Montenegro aseguró que hace un mes y medio, prestó 1,500 dólares a una familia de la capital para la compra de tanques de oxígeno y salvarle la vida a un padre y a un hijo que luchaban contra el virus en casa.
La familia ofreció como garantía una camioneta con la que se ganaban la vida ofreciendo servicios de acarreo. “No pudieron pagar y perdieron el vehículo, los que trabajaban estaban enfermos. Los intereses fueron insostenibles y perdieron su machete”, confió el comerciante.
Padre e hijo sobrevivieron, pero perdieron un bien con el que sostenían el hogar. Para el economista, por más mal que se crea, esta fue una familia con suerte.
“La verdad es que hay casos en que se contrajo la deuda y no pudieron salvar al paciente. Entonces la pérdida fue mayor y habría que agregar los gastos de un entierro”, señala. Para el especialista, a las secuelas de salud que dejó la enfermedad en estos pacientes, hay que sumarle las económicas que dejó en la familia. “No hay duda, la vida les cambió por completo”, añadió el econosmista.
Miembros del Observatorio Ciudadano del Covid-19 dijeron la semana pasada que de los 5,947 fallecimientos que atribuyen al virus al menos 1,685 han sido mujeres, lo que representa el 28%.
Para el máster en Salud Pública y ginecobstetra José Antonio Delgado, la cifra estaría en el rango de lo aceptable, tomando en cuenta que el virus no discrimina y desde el punto de vista médico son los hombres los más propensos.
“El hombre tiene más receptores para el virus que las mujeres, especialmente en nariz y pulmones”, explicó Delgado.
El médico admitió que en Nicaragua hay hogares donde la mujer tiene gran contribución económica y en otros casos hasta es ella, la cabeza de familia.
“Claro que, visto así, hay un impacto que no debe perderse, se debe destacar”, señaló Delgado, que también le llama la atención que el 72% restante son hombres y es para él «es un dato alto”.
La diferencia estadística es explicable cuando se recuerda también que los varones no tienen la cultura de ir al médico, son reacios a los tratamientos, las medicinas y las recomendaciones médicas. “Es posible que (el paciente) crea que no tiene tiempo para enfermarse porque debe trabajar, y se entiende; es jefe de familia, el punto es que este virus no es un juego”, alertó Delgado.
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