A los 7 años, Katerine Espinal, originaria de Managua, empezó a recibir clases de piano y desde entonces no ha dejado de tocar. Lo que inició como una diversión para aquella niña, por su gusto por la música, con el apoyo de sus padres marcó su futuro.
Hace cinco años, luego del estallido de la crisis sociopolítica que vive Nicaragua, decidió marcharse a España, en busca de mejores oportunidades económicas, pero por destinos de la vida terminó en el lejano país de Oslo, Noruega.
Ahora con 35 años, está a punto de lanzar la primera parte de su primer disco de música folclórica nicaragüense grabado en piano de cola, que también cuenta con colaboraciones especiales de los Mejía Godoy.
La talentosa pianista conversó con IP Nicaragua sobre sus inicios en la música, su nueva vida a más de 9,000 kilómetros de su tierra, y otros detalles interesantes de su vida y de cómo venció la muerte, tras sufrir una grave enfermedad hace 10 años. Estos y otros detalles conócelos a continuación:
¿A qué edad empezaste a tocar el piano?
Empecé mis estudios a los 7 años en el Conservatorio Bautista, ahora conocido como Conservatorio de música de la UPOLI.
¿Dónde aprendiste y cómo surge esta pasión por tocar este instrumento?
En 1989 mi papá mi papá cruzó el Rio Bravo (migró a Estados Unidos) con un objetivo claro, darnos una mejor vida como familia. En ese entonces yo tenía 2 años, así que no tengo recuerdos físicos de mi papá, pero si recuerdo que siempre estuvo presente aún en la distancia.
En 1993 mi papá regresa de Estados Unidos, yo ya tenía 6 años y hasta ese momento empiezo a conocer a mi papá, y él a mí.
Yo solía imitar ritmos con las perchas de madera y los baldes que mi mamá tenía. No sé cuántos baldes quebré, incluso no tenía idea de que lo que estaba tocando tenía que ver con música, pero mi papá si.
En ese momento mi padre tuvo una visión conmigo e inmediatamente comenzó a averiguar sobre escuelas de música en la capital, y encontró una que le llamó la atención, el «Conservatorio Bautista».
Una vez decidido me inscribió en esa escuela para atender un curso obligatorio de aptitud musical que duraba 8 días de evaluación. El resultado final del curso decidía si ingresaba o no al Conservatorio. El curso consistía en seguir notas, entonar, reconocer sonidos y hacer ritmos, algo que a mí, en ese momento, se me hizo familiar porque era lo que había estado haciendo los últimos 3 años en el patio de mi casa con las perchas y baldes de mi mamá.
Cuatro días después de iniciado el curso le dijeron a mi papá que yo había nacido con el don de la música y que no necesitaba ser evaluada más.
Y así empezó a agarrar forma la visión que él tuvo, siendo un campesino chinandegano que junto al apoyo de mi madre, una chontaleña trabajadora, decidieron subirse a la espalda fardos de esfuerzos para cubrir mis estudios musicales en la mejor escuela de música de la capital durante los próximos 7 años.
¿Cómo fue ese primer día de clase de música para tí, cómo lo recuerdas?
Tenía 7 años cuando asistí a mi primer día de clases de música en el conservatorio. Ese día vi a una gringa tocar un enorme piano de cola – lo cual yo creía que era un ataúd – pero esa entusiasta gringa en el piano era la fundadora del conservatorio, la maestra Joy Crocker, mi primera maestra de piano. Verla tocar y escuchar el sonido de ese instrumento fue un llamado directo porque fue en ese preciso instante que supe lo quería ser y hacer por el resto de mi vida.
Desde los 7 años de edad hasta los 20, mis padres me compraron 17 teclados y dos pianos de pared.
¿Cuándo sales del país y qué te motivo a tomar esta decisión?
Salí de Nicaragua en septiembre 2018. En ese momento estaba altamente activa trabajando en conciertos pianísticos como solista, colaboraciones artísticas, cubriendo eventos musicales en distintas embajadas, centros culturales y presentaciones en el Teatro Nacional.
Recuerdo que el último evento que toqué en Nicaragua fue en el Miss Nicaragua, marzo 2018, donde toqué música nicaragüense para la pasarela de vestidos de noche de gala.
Ya luego las oportunidades y garantías culturales se cerraron por completo, y ahí fue cuando decidí emprender viaje a España, como destino final, pero con fecha de inicio. El 10 de septiembre del 2018 una amiga nicaragüense y un amigo español me estaban esperando con casa, comida y brazos abiertos en Madrid, pero en ese momento tenía una invitación para ir el 13 de septiembre a Oslo a ver a una amiga en una corta visita de 4 días.
Actualmente vives en Oslo, Noruega, si tu destino inicialmente era España ¿cómo te quedas en Noruega?
Misteriosamente, un par de meses antes de salir de Nicaragua, recibo el mensaje de un amigo ecuatoriano, quien estaba bastante preocupado por las noticias que se estaban escuchando de Nicaragua en ese entonces. Le dije que ya tenía los boletos listos para ir a Madrid en busca de oportunidades, y fue en ese momento que él me dijo: «si algún día vas a Noruega, aquí está el contacto de Edward John, mi mejor amigo. Él es británico, buena persona y vive en Oslo, además es cantante de música cristiana».
Un día antes de regresarme a Madrid con todos los miedos habidos y por haber y con un inglés bastante anímico contacté a Edward, me respondió y acordamos vernos en una cafetería . Seguramente no entendió casi nada de lo que le dije porque inmediatamente me dijo: “vamos a la iglesia donde yo trabajo, queda a dos cuadras de aquí y ahí hay un piano. Enséñame lo que haces”. Me dijo. – con una sonrisa confundida.
Cuando él abrió las puertas de la iglesia, me encontré con un piano de cola. Un piano de cola frente a mí cinco días después de haber dejado mi nido. Ese piano ahí esperándome representó el abrazo que todo inmigrante añora en el momento que llega a una tierra nueva.
Edward y el pastor general de la iglesia me ofrecieron de inmediato un apartamento, comida y trabajo parcial en la iglesia. Ya luego todo mi proceso migratorio empezó hasta llegar a obtener, año y medio después, la residencia noruega en febrero 2020.
Así que no fui yo la que escogió a Noruega, pero fue Noruega quien me abrió sus brazos con amor desde el primer día que llegué.
Salí el 13 de septiembre 2018 de Madrid hacía Oslo, sin saber que era Oslo la ciudad donde iba a construir mi nuevo hogar, hasta el día de hoy.
¿Cómo ha sido para una nicaragüense que viene de una cultura diferente estar en Noruega?
Ha sido una experiencia enriquecedora. Yo suelo utilizar una frase que surgió en temporadas inciertas de mi vida “ver y apreciar el beneficio de la tragedia”, y sin duda esta ha sido una frase que me ha acompañado durante mi nueva vida en Noruega.
Creo que es normal sentir congoja después de partir de tu país; y personalmente, mis tesoros más preciados se quedaron ahí, pero de un tiempo para acá he tenido cuidado de no eternizar mis emociones en ninguna situación, y me permito que sea el agradecimiento y la bandera blanca culminar cada etapa vivida, pues estar despierta en mi realidad me ha permitido seguir de frente para encontrarme con oportunidades certeras de crecimiento personal, como profesional. Todo esto sin olvidar de donde vengo, pero sabiendo hacia donde voy.
Siempre me identifico con la cita poética de Amado Nervo: «Vida, nada me debes. Vida, estamos en paz», porque estoy segura que estuviera viviendo con la misma plenitud aquí o en otro lugar, porque sé que procurar estar en paz con la vida, es estar en paz con uno mismo y con los demás. La paz no la da el lugar, sino la capacidad de gestionar tus emociones a tiempo frente a la realidad donde sea que estés.
¿Cómo ha sido el cambio y la adaptación?
Recuerdo que mi primer invierno lo pasé en un pueblito llamado Tingvoll, con una temperatura a 25 grados bajo cero. ¡Me adapté inmediatamente al clima!
Por lo demás, Noruega me ha retado constantemente. Definitivamente no soy la misma persona que era hace 5 años, ni siquiera la misma que era hace seis meses. Este tiempo de soledad, de triunfos y fracasos me ha hecho re-evaluar todo lo que soy y todo lo que tengo, lo blanco y lo negro, lo dulce y lo amargo de la realidad propia y la ajena.
A pesar que Noruega es un país que te da las garantías de experimentar por completo una calidad de vida digna, considero que la mayor riqueza que me ha dado Noruega es reforzar el poder de conocerme y reconocerme a mi misma, el auto control ante todas las situaciones que a uno se le van presentado en el camino, la determinación y la fuerza que uno va forjándose en la soledad y en la compañía.
Confrontarme a mi misma ha sido una tarea de diario sumamente dura que con el tiempo esta práctica se ha ido ablandando, y creo que esta constante evolución personal ha hecho que mi adaptación a esta cultura sea más amigable de lo que esperaba.
Noruega ha fortalecido una virtud que considero ha sido clave en mi camino, el poder de no ansiar nada, no añorar el ayer, ni añorar el mañana, y aunque uno siempre lleva la nostalgia de la familia y los amigos arropadas en el pecho, he aprendido que todo tiene su tiempo y todo tiene su hora, y el momento que vivo ahora, es el momento que debo vivir.
¿Y el desarrollo social?
Cuando uno acepta su realidad con dignidad y valor, entonces la adaptación viene consigo también, y no es que sea fácil, pero la carga es más liviana.
La cultura noruega es una cultura diferente a la mía, el silencio, la privacidad y, sobre todo, la independencia con la que viven como sociedad es muy diferente a la cultura latinoamericana, sin embargo, debido al ajetreo musical con el que he vivido desde niña, siempre fui apartada de toda bulla una vez que mis deberes laborales musicales terminaban; pero gracias a la música he tenido conmigo siempre la capacidad de desarrollarme socialmente, como también he desarrollado la capacidad del disfrute total de la soledad, de la quietud, del silencio, la privacidad y la independencia.
Así que la cultura noruega en ese sentido no ha sido para nada ajena a mí. La adaptación fue inmediata, pero para lograr esto ha habido un proceso previo de confrontación personal.
¿Qué tal te ha ido con el idioma?
La primera vez que escuché hablar noruego me dije : «¿Pero es posible que alguien entienda y hable este idioma?». Oficialmente inicié mis estudios de noruego en agosto 2020 en una escuela de educación adulta. Siempre he tendido a ser una estudiante de captar en el momento, y nunca me he sentado a estudiar con un libro de noruego en casa, solamente en la escuela.
Honestamente al inicio todo parecía imposible respecto a hablar el idioma, pero a medida que lo iba escuchando más de cerca, se me hacía más familiar, sobre todo me fui enamorando del idioma a medida que escuchaba la pronunciación de mis maestras noruegas en ciertas vocales y consonantes propias del idioma.
Uno de los beneficios que la música me ha dado es que desde niña he desarrollado la capacidad de memorización y oído inmediato de sonidos, y esto ha hecho que el aprendizaje del idioma no sea, todavía, un proceso frustrante, sino un disfrute integral completo, ya que en mi oído suena igual el sonido de la música, como el sonido del idioma. Esto ha sido clave para estar aprendiendo y hablando dos nuevos idiomas a la vez.
También algo que me ha ayudado enormemente es que en la Casa de Cultura donde trabajo tengo prohibido hablar y que me hablen en inglés. Así que esta ha sido una magnífica manera para ir perdiendo el miedo a hablar este idioma que ahora se ha hecho completamente parte de mí.
Todavía tengo mucho que aprender, eso no lo dudo; porque cuando me escucho hablar me doy cuenta que todavía tengo un noruego bastante básico, pero es evidente que he progresado algo desde que empecé mis clases, hasta hoy. Y el progreso, por muy lento que sea, es señal de que se está caminando.
¿Qué extrañas de Nicaragua?
La familia, pero sobre todo, el olor de la comida de mi mamá en la cocina de mi casa.
Extraño a mis amigos, la algarabía del barrio, mis vecinos, mis lugares favoritos, la laguna, los atardeceres vistos desde el patio de mi casa.
Extraño la fritanga de mi amiga Tania, la sopa de costilla alta de mi amiga Wilmara. Extraño los piñonates, el quesillo y las sopas de los domingos que vendían mis vecinos.
Creo que lo que más me extraño de Nicaragua, después de todo lo importante es, la comida.
¿Cómo has enfrentado tu y tu familia el tema de la distancia?
La tecnología nos ha menguado la nostalgia. Esta experiencia ha sido una paradoja para ambas partes, pues aunque la distancia nos ha hecho llorar algunas veces, también ha sido la misma distancia que nos ha hecho celebrar pequeñas victorias, tanto personales, como triunfos en familia. Así que todo ha sido para bien, porque ha sido en la debilidad que hemos encontrado fortaleza. Y esto es lo que yo llamo “el beneficio de la tragedia”.
¿Cuáles son tus proyectos actuales en Noruega?
Ahora mismo estoy a punto de lanzar la primera parte de mi primer disco de música folclórica nicaragüense grabada en piano de cola. Solamente estoy esperando que el productor musical y el productor ejecutivo den la luz verde a este lanzamiento de las primeras seis canciones.
La base de este disco se grabó en el Estudio Casa Limón, en Madrid, con percusión y contrabajo a cargo de mis queridos amigos españoles, Sergio Martínez y Rubén Carles. Las guitarras están a cargo de mi querido amigo Eduardo Araica, y hay colaboraciones especiales junto a Carlos Mejía Godoy, quien grabó el acordeón de un popurrí de tres canciones de La Misa Campesina. También Carlos Luis, su hijo, interpreta la marimba en cuatro canciones. Y por último el argentino Leo Genovese quien arregló las cuerdas de tres canciones.
Ellos forman el equipo de grabación de estas primeras seis canciones. El disco es bastante sencillo, pero creo que suena a la esencia de nuestra identidad musical.
Por otro lado, he empezado a trabajar en un proyecto que lo visioné desde hace 10 años, a este proyecto lo he llamado MUSICARAGUA, y consiste en el apoyo, aporte y refuerzo a la cultura en Nicaragua a través de la música académica.
Este año por primera vez viajan seis personas de Nicaragua a República Dominicana para tener un intercambio cultural con estudiantes con capacidades diferentes. Este intercambio se estará dando entre estudiantes de Noruega, Colombia y Dominicana, esto ha sido posible gracias al apoyo de fondos noruegos gestionados a través de MUSICARAGUA.
¿Qué sueños o metas tienes por cumplir, o ya estás trabajando en ellos?
La música ha sido bondadosa conmigo desde siempre, y aunque disfruto mucho estar en un escenario interpretando los diferentes ritmos de música latinoamericana, no es mi sueño estar ahí, soy agradecida con los aplausos que recibo, pero esos aplausos sólo se quedan conmigo.
Si tengo un sueño, es ser capaz de compartir con otros lo que la música me ha dado, poder ser puente para que personas con talentos escondidos en barrios vulnerables de Managua encuentren oportunidades integrales en el estudio de la música académica. Esta es la principal misión de esta iniciativa, pero también es una misión enfocada a ser canal de oportunidad cultural-musical para artistas nicaragüenses y personas con capacidades diferentes.
Este es mi sueño profesional, y por supuesto, este no es un proyecto de cinco o diez años, sino un proyecto de toda la vida; y que a otros les tocará continuar. Por supuesto este es un proyecto que no lo puedo hacer sola, tampoco se hace de la noche a la mañana; se necesita a todo un equipo de colaboradores que estén alineados a esta visión.
Y me da mucha alegría saber que el primer intercambio cultural – musical, a través de MUSICARAGUA , ya está consolidado para llevarse a cabo en octubre de este año.
¿Katerine ha pensado regresar algún día a Nicaragua y cómo se ve en un futuro en su país?
Como dije antes, no pienso en el futuro de esa manera. Pensar si algún día regreso a Nicaragua es como abrir la cicatriz de lo que un día fue la herida. Ya el tiempo me dirá si regreso allá, si me quedo aquí o si me toca ir a vivir esta misteriosa pero maravillosa vida en otro lado; pero hablando hipotéticamente de un regreso a Nicaragua, consideraría involucrarme en la nueva generación de trabajo del Ministerio de Cultura, pero pensar en esto es como querer construir fundamentos en arena movediza, así que mi meta ahora es enfocarme en vivir un día a la vez.
Para conocer un lado más personal de Katerine ¿Cuál es la situación o momento más difícil que has pasado?, ¿Cómo lo superas y qué aprendiste de esa situación?
El estado crítico de salud con el que me enfrenté hace 10 años, donde los doctores me daban solamente 2 años de vida a causa de una bacteria alojada en el sistema linfático. Esta temporada la sentí como una estadía permanente en el desierto, una estadía que se extendió por 7 años, años donde no sólo sentí dolor físico, sino también un profundo dolor emocional, tanto personal como en familia, pero fue en esta debilidad donde encontré y encontramos fortaleza y propósitos de vida.
Este fue el momento de mi vida que marcó el inicio de una regeneración personal total, tanto física-emocional, como espiritual.
Verle la cara a la muerte transformó mi mente y mi espíritu para bien. Lo más duro pero lo mejor que me ha pasado en la vida ha sido esta temporada de enfermedad.
Para finalizar ¿Qué consideras qué ha sido lo más maravilloso que te ha tocado vivir?
Lo más maravilloso que me ha tocado vivir es haber recibido el regalo de nacer de nuevo, de romper cadenas generacionales, de ver las adversidades como oportunidades únicas de superación y enriquecimiento, de estar teniendo una profunda conexión conmigo misma. Ha sido maravilloso haber decidido emprender el retador camino de conocerme y a la vez reconocer el bien y el mal que habita en mí, de cuidar mis pensamientos, saber a qué lobo debo alimentar, saber soltar a tiempo y saber cuidar a quien me cuida.
Es maravilloso vivir cada día con plenitud, con agradecimiento, con aceptación. No dar nada por sentado, porque todo lo tangible es efímero. No cargar nada en el corazón es la sensación de alivio más pura que he podido experimentar. ¡Cuánta paz hay en la tormentosa tarea de conocerse a uno mismo!
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