Jenny González, tenía 13 años cuando fue diagnosticada con osteosarcoma en 2014, y la única forma de salvar su vida era amputando su pierna izquierda.
González recuerda que ella estudiaba secundaria cuando comenzó a sentir dolor en su pie izquierdo y acudió al médico.
«Yo solo sentía el dolor y mi mamá me llevaba al hospital, me llevaba a citas para ver qué me decían, pero los doctores solo decían que se me estaban estirando los tendones, que estaba creciendo, que el desarrollo o algún mal movimiento que había hecho y por eso tenía los dolores. Pero nunca me hacían un estudio exacto», explica González en entrevista con IP Nicaragua.
Los dolores se intensificaron, le sacaron liquido de su rodilla, probó cualquier medicamento que le recomendaban, pero no había mejoría.
«Mi mamá era constante en llevarme al hospital, en llevarme a médicos para que viéramos qué era. No teníamos idea del caso. Pero una vez fui donde un doctor de León que viene acá (Jinotega) como dos veces a la semana. Y tuvo la oportunidad de ayudarme y él desde que me vio, le dijo a mi mamá que lo que tenía era un osteosarcoma, que es un tumor benigno, o sea, no cancerígeno, y se podía sacar», explica.
El osteosarcoma es un tipo muy poco común de tumor óseo canceroso que generalmente se presenta en adolescentes y adultos jóvenes, señala el servicio de información en línea provisto por la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unido, MedlinePlus.
«A menudo suceden cuando un adolescente está creciendo de manera rápida (…) El osteosarcoma es el cáncer óseo más común en niños. La edad promedio de diagnóstico es a los 15 años.», señala el sitio estadounidense.
Debido a que en el hospital de Jinotega no daban respuesta inmediata, por lo que buscaron ayuda en el hospital Infantil La Mascota, en Managua.
«Si Dios no hubiera puesto personas en el camino para que me pudieran atender acá en el hospital (La Mascota), hubieras sido otro cuento, porque mi cáncer estaba bien avanzado, mi hueso ya estaba por corromperse y es un cáncer que atacaba directamente los huesos», señala.
La mamá de González no podía costear una cirugía privada y en el hospital capitalino La Mascota fue sometida a la operación que necesitaba.
«(Fue) un proceso duro, porque al principio no sabíamos», explica la joven a IP Nicaragua.
Después de someterse a la cirugía, González pasó por el proceso de la quimioterapia durante un periodo de dos años, para contrarrestar cualquier célula que hubiese podido quedar en su cuerpo.
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«Gracias a Dios solamente estaba en mi rodilla. Las quimioterapias fueron muy pesadas, me vi muchas veces mal. Fue un proceso largo, fueron como ocho sesiones de quimioterapia. Cuando ya terminé mi quimioterapia me mandaron a fisioterapia para hacer ejercicios que me permitiera poder caminar, al principio con muletas y todo y ya después para poder recibir una prótesis», recuerda.
La primera prótesis de la joven fue una donación en el hospital Aldo Chavarría, en Managua, donde recibió rehabilitación por un mes. Esa prótesis le duró dos años.
«Para poder obtener esa (prótesis) yo tenía que aprender a caminar, a utilizarla, ese fue otro proceso largo, como un mes estuve en ese hospital, internada», dice. Agrega que esa prótesis era estática, recta, y no podía doblar la rodilla.
Dice que la prótesis que usa le brinda estabilidad para caminar. «Para aclarar, mucha gente dice que que estoy pidiendo una prótesis muy cara o muy costosa, cuando, la verdad, hay prótesis que son carísimas, como la que es de correr», explica.
«Para mí desde niña me tocó madurar, me tocó aceptar muchas cosas, aparte de la voluntad de Dios. Me tocó ser fuerte, entender cosas que, creo yo que un niño no entendería, una jovencita que está creciendo, no entiende muy bien», afirma.
González, ahora de 21 años, y originaria de Jinotega. La prótesis que está usando Jenny González es la que fue donada hace más de cuatro años y su vida útil terminó.
«Por eso es que yo ahora estoy trabajando y dándome a conocer para poder recolectar, para comprar una nueva porque esto me está afectando mi espalda, tengo dolores en la espalda, no puedo caminar bien y me impide movilizarme como una persona normal que trata de de adaptarse a a llevar una vida tranquila», explica.
Está trabajando con tiendas promoviendo sus productos para recaudar fondos y obtener una nueva prótesis, ya la que posee se encuentra dañada y le causa dolores de espalda. La que busca cuesta unos 50 mil dólares.
«Hay prótesis para correr, hay diferentes precios, hay prótesis para usar sandalias, hasta esos beneficios hay ahora, pero yo solo estoy tratando de conseguir una prótesis que me ayude a mi día a día, que yo pueda continuar tranquilamente, que ya no me afecte el dolor en la espalda que tengo, porque esta ya no dobla la rodilla y yo camino mal», dice.
La joven estudia tercer año de Farmacia los días sábados en una universidad de Jinotega y en días de semana trabaja.
«Estoy trabajando en tiendas de modelo y haciendo publicidad para las tiendas que me busquen, soy nueva en esto, en las redes sociales. Lo estoy haciendo para recaudar fondos para comprar la nueva prótesis, ya que es bien cara y no no va a ser fácil y tengo que trabajar duro para llegar a esa meta», señala.
González vive con su mamá en Jinotega a la que describe de emprendedora, fuerte, luchadora y trabajadora. Su mamá, asegura, la ha acompañado en todo este proceso.
Jenny González dice que se identifica con la canción del cantante Puertorriqueño, Luis Fonsi, que se llama Yo no me doy por vencido.
«No nos demos por vencido, hay que luchar por nuestros sueños, hay que luchar por la vida. Tal vez hay enfermedades que un doctor le puede decir que es terminal, que no vas a sobrevivir, pero hay que intentarlo, hay que ganar esa batalla. Y más que todo es la fe que tiene que tener uno. Yo no me deprimí, creo yo, que en todo ese proceso, Dios, me dio fortaleza. Por eso es que tengo una sonrisa siempre, porque es doble, viene hecha en mi corazón. Luchen día a día constantemente, que todo se puede», afirma.
A las personas que están pasando un proceso similar, les insta a que «sean fuertes, que no se rindan, que Dios jamás te va a faltar. Que traten de vivir su día como si fuera el último, que sonrían a pesar del momento malo que estén pasando, porque después de la tormenta viene la calma».
Para contactar a Jenny Lisseth González Picado, puede escribirle al número telefónico 8725-4047 o también enviar su donativo a la cuenta bancaria de LaFise 119296227. Además hay una recaudación de fondos aquí.
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