Las dificultades económicas por la que pasan las familias en Nicaragua se agudizan por las alzas que registran semanalmente los productos de consumo básico.
Esta situación los ha empujado a recurrir a prestamistas particulares para cubrir “los faltantes” economicos en el hogar, quienes cobran entre 20% y 30% de interés sobre el monto prestado.
Al caer en las manos de la usura, la crisis que padecen los hogares del país en vez de encontrar una solución, solo empeora. Siguen con el mismo salario, lidiando con el espiral alcista y ahora con deudas.
Rosa María tiene 51 años y trabaja como afanadora en una empresa, en Managua, que ofrece servicios de limpieza.
Afirma que la situación económica “la mantiene ahogada”, pese a ser una de las pocas privilegiadas del país en tener una plaza laboral formal y además recibir remesas.
“No me da el pago para mantener a mis hijos, ni con las remesas que manda el padre de ellos”, se queja la madre de cinco hijos, tres de los cuales son menores.
“Afortunadamente el padre de mis hijos es responsable y aún les manda dinero, gracias a Dios, aunque ya estamos separados, no sé cómo haría de no recibir esos dolaritos. Ellos, los muchachos ya quisieran trabajar para ayudarme, pero no hay en qué”, se lamenta.
Rosa María es de las que recurre a los prestamistas “para resolver”. Explica que como ella (endeudada), viven muchas familias del barrio Waspan Norte donde habita.
“Yo conozco al menos cuatro prestamistas que nos sacan de clavo y nos sacan el jugo después”, dice en tono jocoso.
Por otro lado, Carolina, de 44 años, habitante del barrio Villa Reconciliación y madre soltera de tres hijos, dos de ellos en la universidad y uno en escuela técnica, afirma que lleva cinco años “atrapada” con los prestamistas.
“Cuando mi hija mayor Rosita de 19 años iba a cumplir sus 15, tuve que recurrir a los prestamistas para complementar los gastos de la celebración. Me dieron 20 mil pesos al 20%, aún no salgo de esa deuda”, se lamenta.
“Ahora estoy complicada y el dinero no ajusta”, agrega. Relató que cuando Carlos y José de 16 y 17 años ingresaron a la universidad, también recurrió a otro prestamista para costear sus gastos de ingreso, aunque se trataba de una universidad pública.
“Soy sola porque el padre los ignora. No pienso dejar a mis hijos sin estudios, es mi lucha por dejarles algo, porque es lo único que puedo darles, sus estudios”, señaló.
El nicaragüense, Manuel Ordoñez, de 57 años, un trabajador del sector construcción que gana 14 mil córdobas al mes, padre de familia de dos hijos, tiene una venta en el barrio La Primavera, que maneja su esposa Milagros de 51 años.
Él nos comenta que hace dos años tuvo un accidente en la construcción que dañó su mano parcialmente y a pesar de tener seguro social, este no cubrió algunos medicamentos, ni todo el proceso de rehabilitación, razón por la que recurrió a prestamistas para pagar sus medicinas.
«Al final me recuperé, pero me quedé enjaranado con 34 mil pesos, más el 20% de intereses. Ya solo debo 14 mil más intereses, pero ha sido un sacrificio pagar ese dinero”, se lamentó.
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