El papa Francisco, el primer pontífice latinoamericano y jesuita de la historia de la Iglesia Católica, falleció este lunes a las 7:35 a.m. en su residencia de la Casa Santa Marta, confirmó oficialmente la Santa Sede.
El anuncio fue realizado por el cardenal camarlengo, Kevin Joseph Farrel: “Con profundo dolor tengo que anunciar que el papa Francisco ha muerto a las 7:35 horas de hoy. El obispo de Roma ha vuelto a la casa del Padre. Su vida entera ha estado dedicada al servicio del Señor y de su Iglesia, y nos ha enseñado el valor del Evangelio con fidelidad, valor y amor universal, en manera particular a favor de los más pobres y marginados”.
En el video grabado en la capilla de la residencia papal también estuvieron presentes el secretario de Estado, cardenal Pietro Parolin, y el sustituto de la secretaría de Estado, el venezolano Edgar Peña Parra.
El pontífice, nacido como Jorge Mario Bergoglio en Buenos Aires, Argentina, el 17 de diciembre de 1936, fue ordenado sacerdote en 1969 y posteriormente ingresó a la Compañía de Jesús. Fue arzobispo de Buenos Aires y cardenal antes de ser elegido como el 266.º papa de la Iglesia Católica el 13 de marzo de 2013, tras la renuncia de Benedicto XVI.
Su legado
Durante su pontificado, Francisco se destacó por su estilo austero y cercano, su enfoque pastoral centrado en los marginados, y su impulso por una “Iglesia en salida”, comprometida con los problemas sociales y ambientales del mundo contemporáneo. Fue una voz firme en defensa de los migrantes, de los pueblos indígenas, de la justicia climática y de una economía más inclusiva.
Francisco también impulsó importantes reformas en la Curia romana, promovió la transparencia financiera en el Vaticano y abrió espacios de diálogo sobre temas tradicionalmente sensibles dentro de la Iglesia, como el rol de la mujer, los abusos sexuales, y la acogida pastoral a personas LGBTIQ+.
Su encíclica Laudato Si’ sobre el cuidado de la casa común marcó un hito en la relación entre la Iglesia y la lucha global contra el cambio climático. Asimismo, Fratelli Tutti fue un llamado a la fraternidad universal, al entendimiento entre religiones y a la solidaridad en un mundo dividido por la desigualdad y la violencia.
En los últimos años, su salud se había deteriorado notablemente. A sus problemas de movilidad se sumaron complicaciones respiratorias que derivaron en una neumonía bilateral, la cual no pudo superar.
La Iglesia Católica inicia ahora un período de sede vacante en espera del cónclave que elegirá a su sucesor.