El cardenal estadounidense Robert Prevost ha sido elegido como el nuevo pontífice de la Iglesia católica, tomando el nombre de León XIV. La fumata blanca se elevó este miércoles desde la chimenea de la Capilla Sixtina, señalando que el cónclave reunido tras la renuncia de Francisco ha alcanzado un consenso.
Prevost, de 70 años, se convierte en el primer Papa nacido en Estados Unidos y el segundo de la Orden de San Agustín en llegar al pontificado. Hasta ahora se desempeñaba como prefecto del Dicasterio para los Obispos, un cargo estratégico que lo convirtió en uno de los principales colaboradores del papa Francisco, especialmente en la designación de obispos a nivel mundial.
Nacido en Chicago en 1955 y criado en una familia católica de origen obrero, Prevost desarrolló una vocación misionera desde joven. Ingresó a la Orden de San Agustín y fue ordenado sacerdote en 1982. Su experiencia pastoral se consolidó en América Latina, particularmente en la diócesis de Chulucanas, en el norte de Perú, donde trabajó durante varios años como misionero. Allí se destacó por una pastoral centrada en la cercanía con las comunidades, la formación local y la defensa de los derechos humanos.
Como Papa, León XIV hereda una Iglesia marcada por desafíos internos y externos: el proceso de reformas iniciado por Francisco, la tensión entre corrientes conservadoras y progresistas, y la necesidad de responder a las crisis sociales, políticas y ambientales en todo el mundo. Su elección parece apuntar a una continuidad con el legado de Francisco, pero con un estilo propio: sobrio, discreto y pastoral.
La elección de un Papa con fuerte experiencia en América Latina y en la formación del clero refleja, además, la voluntad del Colegio Cardenalicio de mantener el enfoque hacia las periferias y reforzar la dimensión global de la Iglesia.
Se espera que en los próximos días el nuevo pontífice defina su agenda inmediata y confirme o reorganice la Curia vaticana.