Redacción / IP Nicaragua
Uno de las actividades más recientes que está contribuyendo al desarrollo del turismo a nivel mundial es la observación de aves. La actividad que está teniendo auge en Nicaragua, comúnmente involucra a millones de personas en todos los continentes que tienen en común su admiración y amor por las aves.
El turismo es una de las principales fuentes generadoras de ingresos en muchos países del mundo y en Nicaragua, su desarrollo crea fuentes de empleo e ingresos a pequeños, medianos y grandes empresarios del país.
Nicaragua es un país con enorme potencial en recursos naturales, bosques milenarios, playas, lagos, reservas naturales, volcanes, ciudades coloniales, pueblos y comunidades ancestrales que tienen una riqueza cultural autóctona muy arraigada, así como una exquisita gastronomía que deleita el paladar de los visitantes.
La observación de aves es un espectáculo visual que mueve a millones de personas que viajan de un país a otro por el único deseo de observar en su hábitat natural a estos pequeños emplumados. Entre ellos van científicos que monitorean los movimientos migratorios de ciertas especies para entender aspectos de su hábitat, alimentación, reproducción y costumbres.
Otros, dentro del país se movilizan a montañas, reservas, lagunas y estancias donde suelen llegar una gran diversidad de especies de aves. Incluso, existe una comunidad de observadores que tienen como objetivo observar, identificar, clasificar, describir y nombrar nuevas especies descubiertas.
Construir infraestructura
Todo este movimiento alrededor de las aves requiere de los servicios de transporte, hospedaje, guías, alimentación y asesoría de ornitólogos y aficionados al aviturismo para atender la creciente demanda de nuevos observadores de estos animalitos voladores.
Si se toma en cuenta que en el mundo existen más de 9,600 especies de aves, muchas de ellas con poblaciones de millones de individuos que están en continuo movimiento y reproducción, es suficiente motivo para considerar la actividad como un eje para el desarrollo del turismo rural y de allí la importancia de su promoción en todo el mundo, y Nicaragua no debe quedarse atrás.
Aviturismo en cafetales
Las fincas cafetaleras están ubicadas en los bosques más ricos en biodiversidad del norte de Nicaragua, donde la flora es tan abundante en especies, que atrae a todo tipo de animales para hacer sobre sus ramas su refugio, y en el caso de las aves, su nido y fuente de alimentación mediante sus semillas, frutos y néctar.
La principal zona productiva de café en Nicaragua se encuentra en el norte y centro del país, que abarca los departamentos de Jinotega, Matagalpa, Estelí, Nueva Segovia y Madriz, sitios que por su abundante y variada flora es el hábitat natural de cientos de especies de animales silvestres, especialmente de aves nativas y migratorias.
Por ese motivo se creó la Ruta del Café, donde el aroma de las flores blancas de este delicioso fruto atrae avispas y colibríes por montones. Esta ruta nació con el objetivo de dar a conocer la diversidad cultural, gastronómica, paisajística y turística de estos departamentos, donde el café es el motor de la vida económica y sociocultural de su gente.
Sobre esta base, la actividad de avistamiento de aves viene a darle un mayor impulso al turismo rural que ya existía.
Otros beneficios del aviturismo
“El aviturismo en una finca cafetalera es una alternativa sostenible que genera ingresos durante la época del año en que no hay producción, siempre y cuando los propietarios sean conscientes del inmenso capital natural con que cuentan.», asegura Janet García, directora de Iniciativa de Turismo Alternativo.
García asegura que eso les permitirá presentarlo como un «producto o atractivo de servicios turísticos y es importante que conozcan sus potencialidades a través de monitoreo biológico que realizan especialistas y científicos o mediante el monitoreo biológico comunitario a través de la ciencia ciudadana o la participación de voluntarios, que genera datos importantísimos para identificar su potencial útil para la gestión ambiental de cara al turismo de naturaleza, científico, educativo, social o económico».
Otro beneficio de la observación de aves radica en que esta actividad» permite interactuar con la naturaleza, porque al entrar en contacto con el bosque, la selva, el río y las aves de la montaña, se activan los sentidos y eso genera grandes beneficios para la salud mental de las personas, les ayuda a sentirse mejor, calmar el estrés que producen los ruidos de la ciudad y sobre todo les genera un ambiente de paz interior, donde se puede respirar aire puro con total confianza», explica García.
También es una oportunidad para escuchar el canto de aves, el croar de las ranas, graznido de patos, el zumbido de gorriones alrededor de una flor de avispa.
Para los aficionados a la fotografía estos sitios son paraísos ideales para echar a andar la creatividad y capturar con su cámara, imágenes y momentos irrepetibles.
Observar aves implica cuidar el bosque, que es su hábitat natural, generador de oxígeno, aire puro y fuente de relajamiento, sobre todo después de una larga temporada de encierro en el hogar por la pandemia de la covid-19.
El bosque también proporciona servicios ambientales, como la polinización, que permite la creación y restauración de hábitat para la preservación de la biodiversidad y por ende para la humanidad.
Una plantación de café bajo sombra es el hábitat natural donde anidan y se reúnen diversas especies de aves nativas y migratorias, y es el sitio ideal para observar a estas pequeñas criaturas voladoras que cumplen una función muy importante para la regeneración de los bosques al esparcir las semillas.
La observación de aves, además de ser una actividad recreativa y de esparcimiento, promueve el turismo rural comunitario, el que se desarrolla en lo profundo del territorio, donde la naturaleza, ecología y costumbres se mezclan para hacer de la estancia en una finca cafetalera, una hacienda ganadera, una reserva privada o un hotel de montaña, una experiencia inolvidable.
Y nada mejor que después de una caminata por el bosque observando aves silvestres en su propio hábitat, regresar a la hacienda cafetalera, donde siempre espera humeante una deliciosa taza de café con su escudilla llena de empanaditas y rosquillas crujientes.