Redacción / IP Nicaragua
Una multitudinaria peregrinación llegó a El Sauce, un municipio de León ubicado al occidente de Nicaragua, para pagar promesa al Cristo Negro de Esquipulas, una imagen que llegó a este pueblo por primera vez en el año de 1723.
Desde entonces el Cristo Negro acompaña al pueblo nicaragüense que lo honra y celebra con amor, fe y devoción.
Agotados e insolados llegaron Zaida Herrera y su esposo José Abrahán López al templo, donde doblaron rodillas, luego que peregrinaron más de 25 horas desde San Rafael del Norte hacia el Sauce para pagar los milagros concedidos por el señor de Esquipulas.
“Desde los 13 años camino hasta el santuario como muestra de agradecimiento por los milagros concedidos», señaló Herrera.

Cuando era niña, según Herrera, padecía de los huesos y asma. Al pedir con Fe cree que recibió sanación del Cristo Negro.
«Mi fe se fortaleció cuando salí embarazada de mi primera hija y ofrecí un milagro al señor de Esquipulas por la sanidad de mi bebé quien nació con un problema en el colón. Luego vino nuestro segundo hijo, enfrentamos la pandemia y gracias a él nuestra familia está completa y llena de salud”, manifestó la peregrina.
Descanso en el trayecto de la peregrinación
José Abraham López afirma que durante todo el viaje de la peregrinación se toman un descanso para recuperar sus fuerzas.
“Le pedimos al Señor nos diera la energía y fuerza necesaria para llegar de rodilla hasta sus pies por la salud de nuestra hija y familia. En el trayecto tomamos descanso de 15 a 20 minutos y continuamos nuestra travesía para cumplirle al Señor por todos los milagros concedidos”, expresó López.
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Don Andrés Montenegro, un hombre de 70 años, llegó proveniente de Siuna.
Tiene 30 años de peregrinar para pagar promesas al Cristo Negro que llega a este municipio en occidente del país.

“Toda mi familia es creyente en el Señor. Cuando era soltero tenía mala suerte, pero mi abuelita me dijo que le ofreciera una promesa al señor de Esquipulas para que prosperara. Hoy en día todo lo que tengo él me lo ha dado y mi penitencia es venir desde allá a pagar promesa a mi Señor”, indicó Montenegro.
Carretas peregrinas, una tradición
La entrada de las carretas peregrinas, es una de las tradiciones más antiguas de esta fiesta religiosa con casi tres siglos de existencia.
Cada familia se identifica por su historia, religiosidad y tradición que pasa de generación en generación para mantener vivas estas fiestas.

La familia Escobar Ramos, habitante del municipio de Villanueva en el departamento de Chinandega, arribó la tarde del viernes a bordo de las carretas haladas por bueyes.
En su interior llevan ropa, sillas, utensilios de cocina, hamacas para dormir, entre otras cosas que son de necesidad durante su estancia en el poblado para rendir tributo al Cristo de Esquipulas.
“Nuestro agradecimiento al Señor es por las bendiciones recibidas en el año terminado y el que estamos iniciando, venimos protegidos por la Sangre de Cristo y tomando todas las medidas de precaución para evitar los contagios”, manifestó Gloria Escobar.
Recordaron que estos dos últimos años de pandemia han sido difíciles para las familias, que perdieron a varios miembros tras contagiarse de Covid-19.
La familia Mondragón, también lleva años, emprendiendo esta ruta peregrina al Sauce.
“Viajamos toda la familia a pagar promesas. El chele Mondragón era mi papá y anfitrión de estas caravanas y al partir nos heredó esta tradición religiosa. Hoy estamos aquí, cumpliendo nuestras promesas a pesar de lo difícil del camino”, expresó Carmen Mondragón, promesante de Somotillo.