El cantautor habló con IP Nicaragua desde el exilio y desde la cuarentena por el covid-19 y entre otras cosas contó que está dándole vida a su mayor obra artística.
Orlando Valenzuela / IP Nicaragua
Con más de 50 años de vida artística y un repertorio incalculable de canciones de contenido social y revolucionarias que se han metido en el alma del pueblo nicaragüense, Carlos Mejía Godoy, cumplirá sus 77 años lejos de su patria, sufriendo las vicisitudes del exilio y el confinamiento por la pandemia mundial del coronavirus.
Pero Carlos no se siente “aguinellado” (triste) como le solía decir Orlando Pineda en Estelí, sino “sósfiro” (con ánimo, optimista), tal como él mismo lo dice: “Seguimos cultivando la música que llevamos en las venas y el corazón, pero ahorita, lo esencial es que el mundo se dé cuenta de la realidad cruenta y lacerante que vive nuestra Nicaragua”, señala Godoy.
El cantautor de Son tus perjúmenes mujer, El Cristo de Palacagüina, La misa campesina nicaragüense, La viejita de Mozambique, La tumba del guerrillero y muchas otras canciones mundialmente conocidas, ganadoras de discos de oro, OTI, premios Grammy Latinos y otros, desde hace dos meses está viviendo, junto con su esposa Xóchitl, en casa de su hermana Conchita, en un pueblito de California, Estados Unidos, de dónde no pudo salir por la crisis sanitaria del covid-19 que tiene paralizado a todo el mundo.
Como dice el dicho “No hay mal que por bien no venga”, frase que Carlos la hace suya cuando dice: “Este retiro forzado lo he aprovechado. Yo no paro un solo día de escribir una canción, un poema, una reflexión, afortunadamente, aquí, en casa de mi hermana tengo un piano acústico en excelentes condiciones que me gusta más que mi piano eléctrico. Pero no puedo usar el acústico de noche porque con el ruido la gente no puede dormir, pero con mi pianito he logrado contabilizar más de 50 temas, desde que salí al exilio”, cuenta Mejía Godoy.
En ese medio centenar de canciones “va de todo”, asegura Carlos: “No solamente de nuestra lucha en Nicaragua y el mundo, sino también manteniendo viva esa calistenia, esa práctica de hacer una mazurca, un son nica, una polka, un valsecito, y en ese sentido, además de las canciones de lucha, siempre estoy escribiendo, igual que mi hermano Luis Enrique, que está en Costa Rica”, expresa Godoy.
Antes de quedar “anclado” por la pandemia en Estado Unidos, a Carlos Mejía era difícil ubicarlo en algún país determinado, porque su actividad artística comprometida con el cambio en Nicaragua así se lo impone. “Yo desde que salí al exilio no he parado en ningún país, la modesta misión que yo tengo como cantor, como comunicador y como ser humano, es andar, como se dice popularmente, del ‘timbo al tambo’: Costa Rica, Panamá, España, prácticamente las ciudades más importantes de Estados Unidos: Miami, Nueva York, San Francisco, Los Ángeles, sobre todo esta zona de California, donde hay muchos nicaragüenses. Mi modesta misión es denunciar la situación de nuestra Nicaragua, no abandonamos nuestra lucha por la identidad nacional”, asegura.
A pesar de la lejanía con su país, Carlos dice estar siempre al día de la situación de Nicaragua. “Sabemos que hay mucha información y desinformación, pero bueno, nosotros ya sabemos, como dice el evangelio ‘separar el trigo de la cizaña’ y tratamos de mantener un contacto con las personas que nos dicen la realidad real, porque una cosa es la realidad virtual, sobre todo en estos tiempos de comunicaciones digitales”, reveló el cantautor.
Con mucho pesar, Carlos Mejía dijo sentirse espiritualmente muy consternado por la situación interna de Nicaragua: “Es realmente aterrador, no encuentro otra palabra, aterrador, realmente es criminal esta situación que está viviendo nuestro pueblo con las actividades, manifestaciones masivas, esas cosas que ponen en peligro la integridad física y espiritual de Nicaragua”, dijo indignado.
“Los adversarios a nuestras ideas, de amor a Nicaragua, siguen propagando esa noticia de que allí no pasa nada, están viendo los videos de los entierros clandestinos y dicen que son de otros países, y los que caen en los hospitales y hasta en las calles, ‘no, esos son infartos, son cuestiones atípicas’ y no ponen el dedo sobre la llaga y eso hace que mucha gente incauta siga creyendo en ese mito de que en Nicaragua no hay peligro, ¡Dios salve a nuestra adorada Nicaragüita!”, clamó el cantautor somoteño.
Por el momento, Carlos sigue enfrascado en su quehacer cotidiano, produciendo nuevas creaciones artísticas, escribiendo poemas que luego los musicaliza y captando con su agudo sentido auditivo, sonidos y vibraciones que pueden inspirarle una nota musical nueva, lírica, vibrante o suave como un vals de José de la Cruz Mena.
A la par de eso, Mejía Godoy le sigue el hilo a una obra que desde hace años está fabricando en la bóveda de su cerebro y por lo que él mismo expresa, esta podría ser su obra cumbre. “Es una obra sobre el río Michigüiste, tributario del Río Coco, como el Río de Estelí también. Fue un referente importante de mi adolescencia, ese río ya no existe, es solamente un lecho de piedras blanquizcas, ese río para mí no solamente sigue siendo un referente espiritual en mis remembranzas, sino que es un reto de que ese río tiene que volver a adornar y a correr como un chigüín segoviano por los llanos, las hondonadas y cañadas. Esa es una obra un poco más extensa, más elaborada, es un proceso creativo que brota desde el ojito de agua, cuando el río nace, allá en la montaña de Somoto, y viene creciendo hasta convertirse en el amigo y cómplice de mis hazañas de adolescencia allá en Somoto”, revela el artista.
Con entusiasmo, sigue contando “es una obra que tiene 5 estadíos, por decirlo así, para no utilizar la palabra movimiento, que es una palabra académica para la sinfonía, es lo que se llama una suite, se compone de varios movimientos: el nacimiento del río, la poza Mususte, los cañambucos, como llamo yo, la llegada del río a Somoto, en fin, es una obra compleja que me va a llevar todavía, creo yo, tal vez mes y medio más. La vengo trabajando desde hace años. La dejo, vuelvo a tomarla, porque tengo que dejar de hacer muchas cosas para meterle neuronas a esto, pero estoy bien, creando siempre, haciendo pequeños artículos de opinión, participando en debates, respondiendo entrevistas, es una constante dinámica, de cultura, arte y compromiso”.
A través de la tecnología de las comunicaciones, Carlos dice sentirse acompañado con muchos de sus colegas, no solo de Nicaragua, sino de todo el mundo. “Afortunadamente estoy en contacto no solamente con la gente de Nicaragua donde hay hijos míos, sino también con lo que queda de la Cuneta Son Machine, porque se ha desmembrado un poco, pero ahí la mantienen viva, en alitas de cucaracha sobreviven y allí están los muchachos, trabajando a pesar de las adversidades. A veces viajan, vienen por aquí, por San Francisco, otras veces van a Miami, es un grupo que se mantiene en su posición, no solamente dando alegría sino dando ánimo para mantenerse dignamente en esta coyuntura tan difícil”, alega Godoy.
También afirma que mantiene contacto con su hermano Luis Enrique y con grupos ticos que tienen la misma actitud de apoyo a la causa de Nicaragua, igual con Katia Cardenal que vive en Noruega, con Sasha Ubau, Alma Rodríguez, Yandir Rodríguez, en Guatemala, y otros.
Después que Carlos Mejía tomó una posición crítica contra algunas acciones y actitudes del Gobierno Sandinista, fue proscrito, atacado y tildado de traidor por seguidores de Daniel Ortega.
Mejía Godoy se siente molesto, indignado, cuando le recuerdan que el gobierno sigue utilizando las canciones más emblemáticas de su creación en actividades partidarias.
“Es muy doloroso, es una impotencia no poder hacer absolutamente nada. Yo no he querido tomar medidas drásticas, porque tengo derecho, tengo derecho a hacer una demanda internacional, porque las leyes me apoyan. La Convención de Viena y una serie de leyes internacionales me permiten hacer eso, pero no lo voy a hacer por el simple hecho de que ese sector del pueblo, que son los seguidores, (de Ortega) son inevitablemente nuestro pueblo. Yo no puedo soslayar eso, yo no le puedo prohibir a una viejita del mercado oriental, a un joven de las nuevas generaciones, a una persona de mi edad, a nadie, ni a negros ni blancos, protestante o católico, a nadie, sean de derecha o sean de izquierda, la música allí está, es del pueblo”, sostiene Mejía Godoy.
Sin embargo, aclara, “no hay derecho de que ellos (Gobierno de Ortega) utilicen en sus tarimas enfloradas, una canción que tiene autor y ese autor tiene derecho a decir ‘¡allí no la canten!’. La música es del pueblo, pero esos señores (Ortega y Murillo), que en su arrogancia dicen que tienen a tantos artistas y que tienen tantos recursos, a veces utilizan canciones internacionales cuyos derechos tampoco pagan, porque nunca le pagaron al compositor chileno por utilizar “El pueblo unido”, ni nunca le pagaron a la familia de Jhon Lennon por usar, abusar y descuartizar una canción de él. No tienen derecho a manipular nuestro canto. Nuestro canto tiene una letra y una música original, no tienen el derecho de mutilar letras para llevar agua a sus molinos, hacer parodias nefastas que estéticamente, me extraña a mí porque doña Rosario es muy culta. Pero a veces incurre en verdaderos esperpentos estéticos. Las canciones las desbaratan y les ponen cualquier ritmo, un desastre, no hay nada que hacer, sencillamente sigo trabajando lo que me corresponde y como dijo aquella viejita: “Hijito, la noche es larga, pero a huevo tiene que amanecer”, dice con su elocuente estilo el cantaautor.
Como una muestra de su incansable labor, “Carluchín”, nombre artístico que utilizó por algún tiempo, expresó que continúa creando alternativas: “Ahorita, para el día del padre por ejemplo, estoy preparando mi canción “paterma”, como digo yo, La Leona de tiempo completo, Madre Nicaragüense, Las madres de Abril, tengo canciones nuevas, incluso para las madres de los héroes, vamos sacando todo ese material, nada se queda engavetado, todo va saliendo al corazón de nuestra gente, que en cualquier parte del mundo está diciendo presente”.
Carlos Mejía nunca se cansa de decir que se siente orgulloso de venir de un pueblo chiquito que se llama Somoto, donde empezó a hacer sus pinitos al lado de su padre, que también fue músico, y quien le dio una formación estética y ética sobre la vida.
De su padre, siempre recuerda aquellas palabras que para toda la vida se le quedaron grabadas en su mente desde chavalo. “Sea digno del privilegio que tiene de cantar, ese es un milagro que el creador puso en sus manos, pero ojo, cuidado con las tentaciones que da la fama -esa es una cosa con la que me vacunó mi padre desde niño-. Usted debe tener la misma humildad del campesino que toca mandolina, su violín, quijombo y guitarra, así, la modestia, usted recuerde que no se debe a sí mismo, usted se debe a Dios, se deba a sus padres, se deba a su comunidad, y con esa actitud usted debe mantenerse en el anonimato y si tiene la suerte de trascender, pues nunca jamás olvide sus raíces”, le decía su padre.
Al final de la plática, Carlos Mejía comparte un pensamiento cristiano que lo escuchó en el evangelio: “Amarnos los unos a los otros”, ese ejemplo del samaritano que le da la mano a la víctima que ha sido asaltada en el camino sin preguntarle su origen, su condición social, su religión, su manera de pensar, simplemente lo recogió, lo llevó, lo salvó y santa paz, y Cristo con este mensaje coincide con aquellos que aunque no sean católicos, ni cristianos, tienen esa ética ecuménica universal de darle la mano al que más lo necesite”.
A Carlos no le basta el ejemplo bíblico, y pone uno real, ocurrido en Nicaragua: “Alejandro Dávila Bolaños (médico) fue un hombre de pensamiento absolutamente libre. Nunca en su vida tuvo una posición religiosa, pero para mí , fue ejemplo de un humanista a la altura del más ejemplar cristiano, ¿Cómo murió Alejandro Dávila Bolaños? Murió en el hospital San Juan de Dios de Estelí, curando guerrilleros y soldados de la Guardia que caían, él decía ´no pregunten qué uniforme trae o qué pañuelo o que vaina, tráiganme seres humanos que necesitan ser salvados”, y eso coincide perfectamente con el cristianismo. Así que la ética es universal y no tiene barreras ideológicas ni religiosas”, sostiene el cantautor nicaragüense.
De última hora, a Carlos Mejía le llegó una noticia fuerte, triste y dolorosa, de esas que él ya daba por descartadas, porque tenía noticias alentadoras, pero vino lo inesperado: Otto de la Rocha, su entrañable colega y amigo, finalmente se rindió a la muerte el pasado lunes 25 de mayo en horas de la noche, después de una larga enfermedad.
“Uno de los momentos más impactantes de mi vida, y lo he dicho así, públicamente, después de la muerte de mi padre y de mi madre, ha sido la desaparición física de este inmenso artista nicaragüense, hermano mío digo yo, de canto, de lucha, de amor a Nicaragua, Otto Benjamín de la Rocha López Fajardo. Y hago énfasis en ese Fajardo, porque aquí coincidimos en términos consanguíneos ya que éramos primos en segundo grado, muy cercanos, aparte de ser miembros de una familia, los Fajardo, familia de músicos, que proviene de Jinotega. El personaje como tal de Otto de la Rocha, su relieve inmenso en la música nacional, fue uno de mis referentes con el mismo nivel de Camilo Zapata, Erwin Krüger, Víctor M. Leiva, Justo Santos, Tino López Guerra, ese nivel, aunque él era más joven que estos referentes, él supo desde jovencito recoger esa herencia y como en la carrera de los relevos a mí me tocó de alguna manera, tomar esa antorcha que él depositó en mis manos y hacer el trabajo que me ha llevado 50 años de vida.
La desaparición de Otto de la Rocha deja en mí un dolor inmenso, mi querido primo y a la vez mi maestro, mi querido compañero de lucha desde Radio Corporación, cuando compartimos a veces programas del Indio Filomeno, a veces él me acompañaba en el programa de Corporito, en fin, tantas aventuras y lo más lindo, llevar la música popular y nuestra picardía a todos los pueblos de Nicaragua. Se va Otto de la Rocha, pero deja en Nicaragua una huella imborrable. Para su familia, todo mi cariño, mi respeto para su esposa Gina, para Alicia, su hija, Katia, para todos los hijos. Tenía una familia muy numerosa, era tan fecundo en canciones como en chavalos, como yo, de manera que le mando un abrazo a toda la familia y a todo el pueblo de Nicaragua, porque sé que millones de personas en mi país están consternadas por la muerte de éste grandioso trovador, este extraordinario ser humano que fue y seguirá siendo en nuestro corazón Otto Benjamín de la Rocha López Fajardo”, expresó Carlos Mejía.
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