Nayira Valenzuela / IP Nicaragua
Son las 12 de la noche y, mientras unos duermen, otros están en las aceras de los hospitales esperando noticias de sus familiares hospitalizados, y otros sepultando a sus fallecidos en la oscuridad de la noche. En una funeraria apenas se están apagando las pulidoras y cortadoras del taller, donde preparan los ataúdes. Por el covid-19, el personal y las horas de trabajo se han redoblado.
Desde que la pandemia del coronavirus llegó a Nicaragua, en las funerarias, de día se arman los ataúdes y de noche se venden. Las horas en las que más se demandan ataúdes son por la noche. Sin saber exactamente la hora de la muerte del ciudadano afectado por covid-19, los hospitales públicos, por lo general, dan la mala noticia a sus familiares de noche.
En un taller de carpintería de Managua, la jornada laboral hoy día comienza a partir de las siete de la mañana y hasta las doce de la noche concluyen sus labores. Los trabajadores de la funeraria, tienen tres grandes temores: El tener que estar en contacto con 11 compañeros de trabajo en un solo espacio, atender a familiares de un posible fallecido por covid-19 y lidiar con la escasez de materiales.
Por la escasez, trabajan todo tipo de madera, pero de las más comunes están el guanacaste, cedro macho, y además, tienen que batallar con los altos costos del fibrán (un material de cartón comprimido) en las ferreterías. Las láminas pueden llegar a costar el doble de su precio normal, los clavos también comienzan a escasear.
Si la escasez aumenta, los carpinteros han pensado en la opción de cruzar la frontera e ir por estos materiales, aun corriendo el riesgo de contagiarse del virus o que las autoridades los capturen.
La meta por día en una carpintería consultada, es de 8 a 15 ataúdes diarios. Su proceso de elaboración consiste en cortar la madera, pulirla, armar la caja, y pasarle una capa de pintura de agua, luego pintura automotriz y como paso final tapizarlo por dentro.
A pesar de lo importante que es la productividad, para las funerarias que son testigos del dolor de los familiares del fallecido, aunque se demoren más tiempo, tratan de darle el mejor acabado posible, como una muestra de respeto y solidaridad con quienes pierden a un ser querido por la pandemia mundial que hoy ataca a Nicaragua.