Así es un día en Managua de las personas que no se quedan en casa

* Un día pueden estar vendiendo verduras a sus clientes, pero de repente desaparecen y es cuando se oyen los rumores de que murió por covid-19.

Nayira Valenzuela / Redactora IP Nicaragua.

Fotos: Maynor Valenzuela/Cortesía.

Pastores que predican sobre el fin del mundo en los buses; carpinterías, redoblando producción de ataúdes; vendedores, esquivando el virus y buscando clientes en los mercados vacíos para ganarse la vida; personas en las calles, soportando el calor de la capital, con guantes y mascarillas. Así es un día en Managua para las personas que no pueden quedarse en casa.

La vida en los mercados comienza desde tempranas horas de la madrugada, pese a que algunos comerciantes han cerrado sus tramos. Vendedores de Managua, Masaya, Granada y otros departamentos llegan a estos centros de compras con la esperanza de ganar el dinero suficiente para el pago de sus tramos y ajustar para su alimentación y los altos recibos del agua y la luz.

Los mercados capitalinos lucen vacíos por temor al contagio del covid-19. Foto: Maynor Valenzuela/cortesía IP Nicaragua.

Para este sector, vulnerable, los riesgos de contagio son altos. Un día pueden estar vendiendo verduras a sus clientes, pero de repente desaparecen y es cuando se oyen los rumores de que murió por covid-19. Los rumores comienzan en los pasillos y se esparcen por todo el mercado más rápido que el mismo virus.

Cerca de un puente peatonal, en la parada de buses, está una familia equipada con mascarillas y abrigos herméticos para protegerse que los rayos del sol, y para que el virus no toque su piel.

A pesar de los altos costos de guantes descartables, la población se protege. Foto: Maynor Valenzuela/cortesía IP Nicaragua.

Entre el sofoque del calor y el látex de los guantes que llevan en sus manos, pasan los días también para los que diario toman transporte en diferentes partes de la capital para llegar a sus centros de trabajos o centros educativos, ya que en Nicaragua no se ha declarado cuarentena.

La ruta 119 se detiene y uno de los miembros de la familia se encarga de pagar y esperar el vuelto del pago del autobús, para evitar que más de uno tenga contacto con el conductor. Todos los pasajeros están con mascarillas y, si el autobús está vacío, como medida de seguridad, los pasajeros ocupan un asiento de por medio.

En medio de la pandemia, predicadores aprovechan para llevar mensajes de salvación. Foto: Maynor Valenzuela/cortesía IP Nicaragua.

En la parada siguiente sube un predicador, abre su biblia y comienza a leer en voz fuerte el versículo: Segunda de Samuel 24:14. “Y el señor envió pestilencia sobre Israel desde la mañana hasta el tiempo señalado; y desde Dan hasta Beerseba murieron setenta mil hombres del pueblo”…

Luego, Ezequiel 7:15-16

“La espada está afuera, y la plaga y el hambre están dentro. El que esté en el campo morirá a espada, y al que esté en la ciudad, la plaga y el hambre lo consumirán. “Aún cuando escapen los sobrevivientes, estarán sobre los montes como palomas de los valles, todos ellos gimiendo por su iniquidad»…

El predicador es uno de muchos que se suben a los autobuses a predicar y exhortar a que en estos tiempos de pandemias o como dice la biblia «Peste» reflexionen sobre su estancia en la tierra, para que se arrepientan de sus pecados, porque esta situación ya estaba escrita en la biblia, todo como un aviso de la venida de Cristo a la tierra.

En la misma unidad de transporte va sentado un carpintero. Ya casi va llegado a su centro de trabajo, una funeraria que está redoblando su jornada de trabajo.

Por la pandemia la venta de ataúdes ha aumentado. Foto: Maynor Valenzuela/ cortesía IP Nicaragua.

El artesano de la madera, al llegar a su trabajo, sin perder tiempo, lo único que hace es amarrarse una camisa en la cara para protegerse del virus y el aserrín que desprende la tabla de los ataúdes. En el taller donde labora hay alrededor de 10 carpinteros. Así como terminan de armar los ataúdes, día a día, se van vendiendo. Para ellos es difícil de precisar el número de ataúdes que han elaborado, pero en el fondo todos saben que el coronavirus anda cobrando vidas en Nicaragua y aunque les parezca cruel, es cuando el negocio va mejor.

Al otro lado de Managua, en una farmacia donde venden medicamentos al menudeo y por mayor, se aglomeran clientes, en su mayoría llegan por azitromicina, uno de los antibióticos que están recetando los médicos para combatir infecciones graves de las vías respiratorias, para pasar el covid-19 desde sus casas, si es necesario.

En las farmacias hay gran demanda de azitromicina. Foto: Maynor Valenzuela/ cortesía IP Nicaragua.

El antibiótico, al igual que las mascarillas y los guantes, por temporadas se escasean y los precios se elevan. La azitromicina en algunas farmacias se puede llegar a pagar de 30 a 40 córdobas por una sola pastilla, muchos de los que están en la fila son jubilados que acaban de cobrar su pensión en el INSS.

Las calles de los mercados lucen vacías, mientras un trabajador de limpieza recoge la basura. Foto: Maynor Valenzuela/cortesía IP Nicaragua.

La noche cae, y el vendedor del mercado, las señoras de la parada de bus, el predicador, el carpintero y el jubilado de la farmacia, saben que lavarse sus manos con jabón de lavar ropa o  antimaterial es quizás el único recurso con el que cuentan para protegerse del mortal virus, que ha cobrado la vida de 17 personas en Nicaragua, según cifras oficiales, mientras tanto, su vida sigue la misma rutina de cada día.

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