La palma de pita es la materia prima principal en la elaboración de los sombreros que comercializa Marisabel Montoya Duarte, una emprendedora originaria de Camoapa, un municipio ubicado en el departamento de Boaco.
Desde los tejidos más simples con hebras gruesas hasta los entramados más finos que permiten doblar y guardar la pieza en el bolsillo, se construye el mundo de los tradicionales sombreros de pita que ubican a Camoapa en un escenario comercial con gran potencial.
Camoapa también es reconocida como la tierra del sombrero de pita, debido a la fuerza que tiene la actividad artesanal en la producción de esas prendas.
En la ciudad es común encontrarse con alguien ofreciendo sombreros artesanales elaborados con la palma de pita, especialmente los días domingo, cuando las familias bajan al pueblo desde los cerros cercanos con sus productos elaborados.
Este escenario se acentúa durante las festividades patronales, porque el sombrero se asume como una prenda infaltable en el atuendo de la ocasión.
Sombreros de pita, oportunidad llegó de pronto
Marisabel Montoya Duarte es originaria de Camoapa, pero su desempeño profesional le llevó hasta la capital desde hace muchos años y ahí se instaló con su familia.
“Surgió alguien que me encargó uno y me agarré el encargo, busqué quien me tejiera bonito, quien me lo hiciera bien, porque yo quería presentarlo bien para esta persona. Entonces le hice su empaque, se lo entregué y le encantó”, recuerda Montoya del primer sombrero que vendió.
Cuenta Marisabel que ella acostumbraba hablar de Camoapa y sus cosas maravillosas, por lo que alguien de su círculo de amistades le habló de los sombreros de pita, ya famosos en la capital.
4Eso ocurrió hace cuatro años y en ese momento, se abrió la puerta para que entrara la creatividad de Montoya, que poco a poco fue madurando la necesidad de establecer una marca.
Nicahat, la historia de la palma de pita
En el año 2011, Marisabel y su esposo pensaron que Nicahat eran las dos palabras adecuadas para identificar el producto que ahora contaba con valores agregados en su diseño, acabados, estilos y presentación.
“Decidimos con mi esposo reafirmar eso un poquito hacerlo más serio y creamos una marca, registramos la marca y empezamos a comercializar”, refiere Marisabel al hablar sobre el proceso de consolidación de su emprendimiento.
Los productos de Nicahat tienen historia, pues cada sombrero está acompañado por una etiqueta que describe la cadena de valor, con los nombres de las personas que han intervenido en el proceso, desde el ripiado o preparado de las hebras, hasta el tejido y el armado de las piezas.
La importancia de asociarse
El ritmo de ventas durante los primeros años fue discreto, pero siempre aparecía alguien pidiendo sombrero y fue hasta el año 2017 que tuvieron su primer encargo importante de productos.
“En el 2017 yo tuve una orden de compra grande que me hizo pensar bien las cosas y tomar la decisión de dejar de trabajar para otros y crear entonces lo que ya es una empresa”, cuenta Montoya.
En el año 2016 se unió a la Red de Empresarias de Nicaragua y desde ese espacio comenzó a participar en ferias donde se exponían los sombreros de pita bajo la marca Nicahat.
“El asociarse, el unirse con otros, el crear un grupo, buscar ambiente donde te puedan abrir las puertas como grupo porque cuando lo haces sola es difícil”, apunta la empresaria como parte de la estrategia recomendada a cualquier emprendimiento.
No es fácil emprender
El entusiasmo en las palabras de Marisabel es evidente, pero rápidamente advierte que no todo ha sido fácil, porque la crisis política del 2018 le encontró cuando daba los primeros pasos con su propia empresa, luego de tomar la decisión de renunciar al trabajo que tenía.
“Yo decidí emprender, pero yo no tenía un capital que me apoyara, que me respaldara y cuando sos emprendedor no sos sujeto de crédito para un banco; los primeros meses yo me ensarté con las tarjetas, porque yo conté con mi liquidación”, reflexiona Montoya.
La pandemia también puso a prueba el ingenio y la creatividad de Marisabel, quien aprovechó el potencial de las redes sociales y el hecho de no tener un establecimiento físico.
“Yo no tengo tienda física porque el concepto en mi modelo de negocio tuvimos que omitirla porque eso significa un gasto fijo mensual que gracias a Dios no lo tenía para el tiempo de la crisis y la pandemia, porque muchas no podían seguir manteniendo el pago del alquiler sin estar generando ventas”, apunta la empresaria.
Nicahat se proyecta más allá de las fronteras
La empresa no solamente cubre la demanda del mercado nacional, sino que aspira a oportunidades fuera del país, tratando de aprovechar cualquier invitación de participación en eventos presenciales y virtuales.
Nicahat participó en ferias en California, Estados Unidos y próximamente participará en una feria navideña organizada por la Red de Empresarias y Emprendedoras para el Desarrollo Sostenible, los días 8 y 9 de diciembre, en las instalaciones del Museo de los Niños, en San José Costa Rica.