En Rivas, una ciudad ubicada al sur del país, la población pagó en las pulperías hasta 110 córdobas por una libra de queso. El alto precio de este producto, esencial en los talleres de rosquillas, está provocando serios problemas en los costos de operación que los propietarios hasta han tenido que despedir colaboradores.
El alto precio del queso está mermando las ganancias de los productores de rosquillas.
Hay quienes tuvieron que reducir el tamaño del producto, incluso despedir a sus colaboradoras y trabajar solo con familiares para reducir gastos.
Juana Cano tiene 41 años elaborando las exquisitas rosquillas rivenses. Ella explica que es normal que el queso se ponga caro en diciembre y en Semana Santa, “pero este año el queso ha pasado caro todo el año”.
“En Rivas nunca bajó de 60 pesos la libra y ahora en noviembre estuvo carísimo a 100 (córdobas) la libra”, refiere Cano.
Cano agregó que en la elaboración de rosquillas el queso es el ingrediente que le da el sabor al producto y no tiene sustituto.
“Tenemos rosquillas de un peso, pero ahora damos 40 por 50 córdobas y 80 rosquillas por cien córdobas” indicó.
Otra fabricante de rosquillas, que pidió no ser identificada, detalló que además del alto precio del queso, también está caro el maíz. El quintal de maíz lo adquieren a 820 córdobas y 1,350 córdobas el quintal de azúcar, más 850 córdobas que gastan en manteca.
“Se compra cal para nisquezar el maíz, leña para calentar el horno, se gasta en moler el maíz y a eso le sumamos nuestro trabajo, y que también buscamos quien nos ayude. La verdad es que las cosas están caras, nos están llevando a la quiebra, ojalá y ésto se componga pronto”, puntualizó la afectada.
Una trabajadora de una fábrica de rosquillas manifestó, bajo condición de anonimato, que la demanda de rosquillas bajó después de las protestas del 2018 y luego con la pandemia del Covid 19 que generó poco movimiento del turismo.
“Antes ganábamos un poco más porque pasábamos todo el día horneando rosquillas, pero ahora trabajo cuatro o cinco días a la semana y muchas veces ya a la una o dos de la tarde ya hemos terminado y si esto sigue así creo que me quedaré sin trabajo”, aseguró la joven trabajadora.
Alrededor de 40 fábricas de rosquillas artesanales se ubican en el barrio Las Piedras del municipio de Rivas.
Las rosquillas rivenses compiten con las somoteñas, por sabor y calidad, pero ambas se han posicionado en el gusto de los nicaragüenses y de cualquier ciudadano que las degusta.
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