190 ataques contra la iglesia católica en los últimos cuatro años en Nicaragua

Redacción / IP Nicaragua

Desde 2018, la iglesia católica de Nicaragua sufre agresiones físicas y verbales, amenazas, robos, profanaciones, exilio, campañas de desprestigios y hasta discurso de odio dirigido por los gobernantes Daniel Ortega y Rosario Murillo.

Las hostilidades que sufren los clérigos fueron recogidos en una investigación de la jurista Martha Molina, miembro del Observatorio Pro Transparencia y Anticorrupción.

La investigación titulada “Nicaragua: ¿Una iglesia perseguida?”, precisa que desde el 2018 a mayo de 2022, se registraron 190 agresiones de diferentes tipos contra obispos, sacerdotes, seminaristas, religiosas y laicos.

El estudio muestra que el 2019 fue el año que más ataques se registraron contra los religiosos. Al menos 48 de las hostilidades ocurrieron en ese año, señala la investigación.

La investigadora añade que antes de 2018 “los atropellos hacia la Iglesia eran esporádicos”, no obstante, después de esa fecha, las hostilidades incrementaron y suben de tono.

iglesia católica

“El lenguaje ofensivo y amenazante de la pareja presidencial contra la jerarquía católica se hicieron cada vez más evidentes y frecuentes, y las acciones de algunas instituciones públicas en contra del trabajo caritativo de la Iglesia incrementaron”, indica.

Iglesia católica de Nicaragua tildada de “golpista” por Ortega

Molina recuerda que el 19 de julio de 2018, Daniel Ortega acusó a los obispos de estar “comprometidos con los golpistas”, el calificativo que le atribuye a los ciudadanos que protestaron contra su régimen.

Antes de la arremetida de Ortega contra la iglesia, los obispos participaron como mediadores en un fallido diálogo entre el régimen y los manifestantes para encontrar una salida a la crisis.

Las acusaciones de Ortega convirtieron a los religiosos en un blanco de represión estatal y partidaria. En ese año, los incidentes registrados con la investigación fueron 46.

Exilio inminente de clérigos

Las agresiones y amenazas que llegan a representar hasta el 40% de las hostilidades, según revela el documento provocaron el exilio de al menos tres sacerdotes desde el inicio de la crisis.

Monseñor Silvio Báez, obispo auxiliar de Managua, y el padre Edwin Román, quien ocupaba la parroquia San Miguel Arcángel de Masaya tuvieron que exiliarse, debido a la represión.

silvio baez, iglesia católica
El obispo Silvio Báez se tuvo que exiliar para salvaguardar su integridad física.

A inicios de marzo de 2022, la Santa Sede confirmó la expulsión de Nicaragua del nuncio apostólico Waldermar Sommertag, decisión que consideró como “grave e injustificada” que no refleja los sentimientos del pueblo de Nicaragua.

Casos recientes

El asedio policial que sufrió monseñor Rolando Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa, al extremo que se vio obligado a refugiarse en una parroquia de Managua es de los casos más recientes.

Monseñor Álvarez es considerado una voz crítica por denunciar los abusos del régimen y en sus homilías brinda mensajes de esperanza.

El padre Harvin Padilla, párroco de la iglesia San Juan Bautista de Masaya, fue llevado este martes al Seminario Arquidiócesano La Purísima en Managua, tras haber pasado diez días de asedio policial en su templo.

Además, el pasado 20 de mayo, el régimen a través del Instituto Nicaragüense de Telecomunicaciones y Correos (Telcor), ordenó sacar del aire al Canal 51, propiedad de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN).

Profanaciones

Las profanaciones a los templos llegaron a ser la segunda hostilidad más sistemática, según la investigación.

En el listado de agresiones desde el 2018 ocupa el 49%, siendo la más grave, el incendio provocado en una de las capillas de la Catedral de Managua el 31 de julio de 2020.

Las llamas quemaron la venerada imagen de la Sangre de Cristo, una reliquia de 382 años de historia.

“Estamos seguros de que se han dado más incidentes de lo que se ha podido recopilar y de manera exponencial”, explica Molina.

Es posible que hayan ocurrido en lugares muy alejados y no descarta casos en que los religiosos prefirieron “sufrirlo en silencio”.

 

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